Transcurría el año 1974 cuando un grupo de farmacéuticos platenses comenzaba a desarrollar la idea de tener un lugar donde sentar las bases de la filial propia. Fue el impulso de un puñado de colegas el que transformó esa iniciativa en acciones concretas que aún continúan haciendo eco en la actualidad.
Era la época de oro, como recuerdan los propios protagonistas. “Todo esto surge por la necesidad de tener un lugar propio. Nosotros nos reuníamos en el Colegio de Provincia y teníamos un ambiente muy chico, y en un momento el Colegio necesitó pedirnos el lugar”, comienza rememorando Hector Peroni, sin dejar de mencionar que algunas decisiones importantes se tuvieron que tomar en plazas, bares y casas.
Una idea que toma forma
Fue entonces cuando se decidió crear una Sub-comisión de vivienda que sería la encargada de buscar el sitio donde se establecería la filial. Paralelamente, se comenzaron a pensar diferentes estrategias para conseguir el dinero que implicaría la compra del tan ansiado inmueble.
María Justa Mouzo -más conocida como “Cota”- era la Vice Presidente del Colegio por aquellos años y fue una de las que visitó la casa de Diag. 75 al 300 que finalmente terminaría siendo la elegida. “Esta casa era una típica casa chorizo de barro, que pertenecía a la familia Mor Roig, uno de los líderes de la Unión Cívica Radical”.
“El tesorero de la comisión era el que iba juntando la plata para la compra. Tenía todos los billetes atados con una gomita y los iba guardando en una caja de helados de aluminio”, recuerdan los únicos dos integrantes que quedan de aquella comisión.
“El grueso de los aportes se logró a través de una Asamblea en la cual se acordó que cada uno de los farmacéuticos contribuíamos lo que teníamos que cobrar de IOMA, y lo dejábamos en plazo fijo una semana y con la finalidad de recaudar los intereses. Más o menos durante un año entero se hicieron los aportes para conseguir los 350 mil Pesos Ley que costó la casa”. 170 fueron las farmacias que permitieron que la idea se materializara, consiguiendo un mayor aglutinamiento de todos los farmacéuticos de esa época.
Luego, se hizo un proyecto para mejorar la vivienda mientras comenzaban las primeras reuniones y decisiones importantes. Por esos años y con el impulso de una primera meta lograda también se promovió la creación de AMFFA y de CAFAR. Y a las mejoras edilicias del establecimiento vinieron otras nuevas iniciativas como la creación del Club de Campo.
Remontar el pasado para continuar construyendo el futuro
Con 84 años, “Cota” ya lleva más de 60 de ejercicio de la profesión, y recuerda muy a flor de piel cómo fue evolucionando y transformándose la profesión. Héctor con 68 años y 45 de ejercicio también evidencia los cambios. “Dábamos las indicaciones de cómo suministrar el medicamento, como aplicar un preparado. La farmacia era el lugar de consulta de mucha gente. La personalización de la atención era muy importante, no por el marketing sino como agente de salud”.
Ellos, que transcurrieron la vida de la mano de la profesión continúan pensando a la filial como “la casa propia”. Peroni, va más allá y se anima a catalogarla como “nuestro refugio”, a lo que Mouzo le completa “es el lugar donde se pueden hablar las cosas que no se pueden hablar en otro ámbito. Y donde saber que fue escuchado y comprendido por un par”.
Y por eso es que estando sentados en esta filial que construyeron con sus propias manos, se toman un tiempo para dedicarles a las nuevas generaciones de farmacéuticos y de dirigentes. “Lo primero que les diría es ser gregario. Defender la profesión y actuar con honestidad. Que tengan en cuenta que no todo pasa por la caja registradora, la caja registradora es nuestro honorario pero que no sea el altar. Pensar en la población también”, se apresura a enumerar Héctor. Pero, fiel a su estilo, no termina sin antes dejar una consiga de trabajo “el tema de los medicamentos de venta libre y de las publicidades en televisión de medicamentos, debería ser una lucha de los farmacéuticos para que el medicamento no sea una mercancía. Porque no lo es”.
Por su parte, “Cota” comienza diciendo que “si va a haber una transformación, va a ser a la larga. Y que por eso no hay que olvidarse que el farmacéutico donde no está el médico, ni la salita, es el vocero de lo que se debe hacer en materia de salud, porque cumple un rol sanitario”. Y al igual que su colega y con la sabiduría de los años sentencia diciendo “que tengan fe, porque es la que impulsa al hombre”.